Huele a debilidad, desorientación y falta de liderazgo político en la región de Murcia y a que Génova da por perdido el gobierno regional en 2019. Solo así se entiende que Rajoy, con la agenda como excusa, se siga negando a una reunión con los regantes murcianos y a que su ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina se empeñe en comparar de manera desafortunada e hiriente la sequía que padece la cuenca del Segura desde 2015 con la del Duero; o que haya relegado a la comunidad de Murcia a los últimos puestos cronológicos en su ronda de contactos autonómicos con motivo de un hipotético Pacto Nacional del Agua como si lo que Murcia tenga que decir sobre agua fuese irrelevante.
Con
una nave comandada a
pachas por
un hombre pendiente de dos juicios por corrupción que le pueden
llevar a la cárcel, su asesor, también pendiente de juicio, y un
joven indie
que
en su toma de posesión declaró que no sería un presidente de
conflictos resulta hasta ilógico que aún no sucedan más cosas en
una región donde incluso la patronal CROEM de
Albarracín
habla ya de situación insostenible y advierte de que la “falta de
agua está poniendo en riesgo TODA la agricultura de la región”,
mientras desde San Esteban siguen disculpando y justificando los
desplantes de Rajoy
y de una ministra que ya ha hecho buena a Cristina
Narbona sin
que ningún dirigente popular la haya despellejado en Twitter. A lo
máximo que se ha atrevido el consejero de Agricultura, Paco
Jódar
es a decir suavemente que “
Tejerina
confunde el tocino con la velocidad”. De Narbona,
a
la que en 2005 casi agreden en Murcia tras un acto sobre la nueva
cultura del agua,
llegaron
a afirmar recientemente los populares murcianos que “su
designación como presidenta del PSOE era una declaración de guerra
contra Murcia”; como si Rajoy
fuese el gran estadista que está luchando por solucionar de manera
definitiva el déficit estructural que padece la cuenca del Segura.
Más bien al contrario, está practicando la política hídrica de
Zapatero
porque no ha recuperado el trasvase del Ebro aunque se comprometió a
ello y tampoco quiere hablar de nuevos trasvases.
Lamentablemente
Rajoy
ha gallegizado
la
política española consistente en no hacer nada para que los
problemas se resuelvan por ciencia infusa y así le va al campo
murciano donde organizaciones agrarias como COAG dan por pérdida la
batalla de los trasvases y ya abogan por la desalación como
principal fuente de agua que es a lo que el gobierno de la Nación
está empujando al sureste español. A eso y a un cambio de modelo
productivo sin una alternativa clara a la potente industria
agroalimentaria murciana que, recuerden, está dando salida laboral a
miles de personas que carecen de cualificación para recolocarse en
otros sectores. Un detalle que obvia interesadamente PODEMOS aunque
dice ser el partido del empoderamiento de los desfavorecidos.
El
Sindicato Central de Regantes ha calificado de “demencial” la
subida de tarifas del acueducto Tajo Segura que el Consejo de
Ministros del gobierno de Rajoy
aprobó el pasado 9 de junio, precisamente el Día de la Región de
Murcia. Un nuevo sistema tarifario que, en la práctica, significa
que los regantes murcianos pagarán más de 12 millones de euros al
año por el acueducto aunque no reciban un un metro cúbico de agua.
Es decir, pagarán por el derecho a recibir anualmente 421 hm3 al
año, algo que en la larga historia del trasvase solo ha ocurrido en
dos ocasiones. Una medida tan inoportuna como fuera de lugar que el
gobierno de Rajoy
intentó suavizar aprobando el mismo día
un Real Decreto de medidas extraordinarias para paliar los efectos de
la sequía. Este RD supuestamente exime a titulares de explotaciones
agrarias del pago del canon de regulación de la cuota de la tarifa
de utilización del agua, sin embargo esa exención no se ha aplicado
aún aunque muchos agricultores no han podido regar por falta de agua
y han sufrido graves pérdidas de producción bruta en los cultivos.
Según
el presidente del Sindicato Central de Regantes, Lucas
Jiménez, se
trata de un Real Decreto “tan vacío como enrevesado” que
contempla ayudas en diferido y permite que la Confederación
Hidrográfica del Segura lo interprete de tal forma que ha decidido
no aplicar la exención del pago y esperar a otoño por si le da por
llover, cae la mundial y los regantes reciben de golpe toda el agua a
la que tienen derecho de tal forma que el ministerio se ahorra el
dinero de la exención. Es decir, que el gobierno de Rajoy
y Tejerina
aprobó un Real Decreto que sus acólitos en Murcia celebraron para
enmascarar el plato fuerte del Consejo de Ministros que era el nuevo
sistema tarifario del acueducto Tajo-Segura del que ahora se conocen
detalles y, no lo duden, acabará incrementando las tarifas de agua
potable en una región que ya paga el agua más cara de España.
Una
desatino político en toda regla del que ahora quieren desmarcarse
los populares murcianos diciendo que “es inoportuno dada la grave
sequía”. Incluso se han puesto a disposición de los regantes
“para frenar esa medida”. No les queda otra con un asunto tan
delicado a 21 meses de unas elecciones autonómicas que pueden
llevarles al otro lado del muro donde habitan los
otros.
Eso ha tenido que decir el secretario de agricultura del PP, Jesús
Cano ante
el nuevo rejonazo del ministerio
porque
al
presidente
de la Comunidad Autónoma, Fernando
López Miras no
se le ha oído decir nada al respecto aunque, supuestamente, aún no
se ha ido de vacaciones. Recientemente se le ha visto paseando en
barco y contemplando las aguas del Mar Menor de las que ha dicho,
tras observarlas detenidamente, que “están claras y limpias”.
Que es exactamente lo que su director general del Mar Menor, Antonio
Luengo
dicta que hay decir para no crear alarmismo o incurrir en el
amarillismo periodístico del que se queja el diputado Bernabé
en
alusión los medios de comunicación que no cuentan que el gobierno
regional ha conseguido recuperar el Mar Menor en un año. Lo malo es
que once científicos del denominado Comité de Asesoramiento
Científico se han empeñado en estropear los titulares al denunciar
la publicación de noticias “falsas” sobre la recuperación de
la laguna salada porque, según dicen, el citado comité “no ha
presentado informes recientes sobre el estado de la comunidad
bentónica del Mar Menor”. Ojalá el próximo verano el mar más
observado y fotografiado del mundo haya recuperado sus banderas
azules.
Murcia
es una región con el agua al cuello que huele a debilidad,
desorientación y falta de liderazgo político, quizá por eso Rajoy
no ha tenido tiempo de recibir oficialmente a López
Miras
en Moncloa, se niega a reunirse con los regantes murcianos, la
ministra Tejerina
dice memeces comparando lo incomparable, el gobierno de la Nación
incumple la agenda de medidas pactadas en el Decreto de Sequía ,
deniega la cesión de derechos entre cuencas y la Confederación
Hidrográfica del Segura, precisamente ahora, multa a los
agricultores que han estado comprando agua de la desaladora de
Valdelentisco para salvar sus cultivos.
La
falta de agua amenaza a miles de empresas y de puestos de trabajo en
Murcia, Almería y Alicante aunque hay agua de sobra en determinadas
zonas de España. Un dato: 80.000 hm3 año de agua dulce se vierten
cada año al mar en este país. El agua, como el gas o el petróleo,
es un recurso natural que se puede transportar de un lugar a otro y
cuyo reparto compete exclusivamente al gobierno de la Nación. El
sentido común indica que no debería ser complicado, pero se antoja
imposible en un país dirigido y legislado por políticos sin visión
de Estado que se han rendido a intereses partidistas.
En
España no se hace política, se perpetra. La central nuclear de
Garoña no se ha cerrado por cuestiones técnicas que deberían haber
sido las únicas razones de su clausura. Se ha cerrado por cuestiones
políticas sin que el gobierno tenga un plan energético de Estado. Y
la politización del agua acabará impidiendo nuevos acueductos en
España y cerrando el trasvase del Tajo por el que los regantes
murcianos llevan pagados 67.000 millones de pesetas sin que el
gobierno
tenga
un plan hídrico de Estado, pero ya lo dijo Groucho
Marx:
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer
un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.