jueves, 1 de febrero de 2018

UN MAR DE EMOCIONES


Hola Mundo.

Con la respiración contenida de buena parte del público asistente, deseando que el árbitro pitase el final del partido, la mayoría parlamentaria ha aprobado la Ley de Medidas Urgentes para la Sostenibilidad Ambiental del Mar Menor en un pleno tenso y bronco que el grupo parlamentario popular, hasta el último momento, intentó suspender. Un pleno en el que PP y Ciudadanos quedaron retratados porque, aunque ya hay una ponencia en la Asamblea trabajando en una ley integral, impidieron con su voto una transaccional de Podemos y PSOE que instaba al gobierno regional a aprobar en seis meses el plan de gestión integral de los espacios protegidos del Mar Menor   y a que en un año remitiera a la Asamblea un Proyecto de Ley Integral de Protección del Mar Menor; la ley que agricultores y regantes demandan desde tiempo porque no quieren ser los únicos que paguen por la contaminación del Mar Menor. 
Ya se nos ha olvidado, pero en febrero de 2017, la Asamblea Regional, con los votos de PSOE, PODEMOS y Ciudadanos, aprobó una moratoria urbanística en el entorno de la laguna salada mientras no se apruebe una ley integral. La moción instaba “al Consejo de Gobierno a que, mediante el instrumento legal que se considere oportuno, suspendiera cautelarmente todos los desarrollos urbanísticos que afecten directa o indirectamente al Mar Menor, con la excepción de la ampliación natural de los cascos urbanos consolidados, hasta tanto se conozcan los efectos medioambientales, económicos y sociales que en su conjunto tendrán sobre la laguna”. Un mandato del Parlamento que el Ejecutivo ha ignorado. Confiemos en que no suceda lo mismo con la ley que se acaba de aprobar y la consejería de Agricultura vigile que se cumple porque a cada fotografía que salga de un Mar Menor verde, turbio o lleno de espuma, la gente no mirará a la oposición ni al "demonio de Urralburu", la gente exigirá saber qué está haciendo o dejando de hacer el gobierno regional de López Miras.

Aquella moratoria urbanística que logró sacar adelante la oposición, también contó con el rechazo del Partido Popular con los mismos argumentos que ahora  han empleado para oponerse las enmiendas al proyecto de ley de medidas urgentes para la sostenibilidad ambiental del Mar Menor. Que si era “un disparate”, “una ocurrencia”, “frenaría el desarrollo económico”. Nada nuevo. La misma cantinela de siempre, solo que en aquella ocasión contaron con el inestimable apoyo de los municipios ribereños que deben todolo que son al Mar Menor, pero no dudaron en aprobar mociones en sus plenos en contra de esa moratoria urbanística que recomendaba el sentido común. Los promotores también se opusieron frontalmente a la moratoria con el argumento de que “ahuyentaría a los inversores”. Nadie quiere que le toquen el bolsillo.

Cuesta entender que el gobierno regional lleve semanas apelando a la aprobación de una ley integral que regule todos los usos y criticando a la oposición que no haya consultado con todas las partes y desde junio no convoque al Comité de Participación social del Mar Menor (creado en febrero de 2017 por orden de la consejería de agricultura y agua) donde están representados todos los afectados: vecinos, agricultores, regantes, ecologistas, científicos, pescadores, administración, ayuntamientos, empresarios, hosteleros… En ese comité están todos los que pueden y deben decir algo sobre el Mar Menor porque está en juego la economía de toda la zona. En total, 32 personas a las que el Ejecutivo murciano no ha consultado por el contenido de las 7 “terribles” enmiendas de la oposición a la Ley del Mar Menor. Es el segundo comité que crea y al que ignora deliberadamente porque al comité de asesoramiento científico no le va mejor. Sus recomendaciones, al parecer, carecen de rigor científico y técnico para los representantes del PP.

Claro que los agricultores no son los únicos responsables del maltrecho estado del Mar Menor. Faltaría más. Tiene derecho a exigir las infraestructuras que les permitan deshacerse limpiamente de los vertidos una vez desmantelado el salmueroducto. Claro que hay que regular todos los usos. Solo que el gobierno regional lleva años sin hacer nada al respecto porque supone remover muchos avisperos. Prefiere que el legislativo supla su inacción para que sean los grupos en la oposición los que carguen con el mochuelo y las protestas. La oposición tuvo que aprobar la moratoria urbanística y la oposición ha tenido que aprobar la ley de medidas urgentes para el Mar Menor. 

Los populares, que han convertido el Mar Menor en un campo de batalla electoral hablando de dianas, tiros, listas negras, deben haber calculado que ganan más que pierden oponiéndose a aplicar medidas urgentes para la recuperación ambiental del Mar Menor porque su nicho de votos está en el campo y no en las organizaciones ecologistas y ambientalistas. Sinceramente, no sé hasta qué punto han calibrado bien los populares. La falta de agua es el principal problema y los regantes y agricultores saben señalar perfectamente al responsable. Por eso precisamente se manifestarán en Madrid el próximo 7 de marzo. Por otra parte, el voto agrícola ya no es exclusivamente cautivo del PP  porque en 2019 tendrán otras opciones como el partido de Alberto Garre que no les infunde ningún temor. Pero lo más importante de todo es que el Mar Menor toca la fibra sensible de mucha gente que también vota. El Mar Menor no es solo un ecosistema ambiental a recuperar sino que se trata de salvar recuerdos de infancia y juventud. Se trata de salvar vivencias pasadas, presentes y futuras asociadas a los sentimientos de miles de personas. Se trata de emociones y el voto emocional no es fácilmente calibrado por los sondeos demoscópicos, por eso es impredecible.