domingo, 10 de marzo de 2019

EL MAYOR PELIGRO ES EL CANSANCIO

Hola Mundo.

Mujeres de toda índole, ideología y condición volvieron manifestarse de forma multitudinaria con motivo del 8 de Marzo en contra de la brecha de género que aún persiste. Y lo hicieron con alegría, sin rabia, cantando, saltando, pintándose la cara. Otra jornada histórica para el feminismo español, y van dos, que ningún partido debería intentar instrumentalizar porque la lucha por la igualdad real que no legal (esa ya existe aunque la vicepresidenta Carmen Calvo no se sepa la Constitución Española) está por encima de banderas  políticas y de manifiestos.

Las mujeres se manifestaron por la igualdad efectiva y contra el machismo imperante aún en España. Probablemente, la inmensa mayoría no leyó, tampoco importaba mucho, el manifiesto anticapitalista convocante de la movilización que el PP interpuso como excusa  para volver  a ausentarse de la movilización feminista. Las mujeres que el viernes tiñeron las calles de morado protestaban contra ese machismo recalcitrante que cree no hay motivos y de buena gana, me temo, retiraría el voto a las mujeres si pudiese. Sí, el voto que tanto costó conquistar porque en 1931 hubo dirigentes políticos que creían que las mujeres eran fácilmente influenciables y manipulables desde el púlpito o la sacristía.

Pablo Casado no ha errado al decir que la izquierda se opuso al sufragio femenino. Parte de ella se opuso por cálculos electorales. Lo que no ha dicho es que los socialistas votaron a favor del voto femenino en España y que sus 83 votos fueron decisivos en las Cortes de la II República donde los republicanos liberales de centro y de izquierda temían la influencia de los curas sobre las mujeres. Creían que eran manejadas desde el confesionario. Sin embargo, miente Casado cuando afirma que "la izquierda se opuso a todas las libertades de las mujeres" porque el feminismo nace con la izquierda, aunque ahora sea un movimiento global y transversal que se ha colado en la agenda política internacional.  

No es el único líder político español  que manipula e intenta reescribir la historia a su antojo. Albert Rivera escribió hace casi un año  en Twitter que “Clara Campoamor derrotó con su visión liberal y progresista a los que se oponían al voto femenino, desde socialistas a conservadores” demostrando su ignorancia porque, en realidad, los liberales votaron en contra del voto femenino.


UN POCO DE HISTORIA. Aunque la sabiduría o la estulticia nada tienen que ver con el sexo, durante el primer tercio del siglo XX la confianza en la capacidad política de la mujer española era nula. El movimiento sufragista que había triunfado en EEUU y Gran Bretaña no terminaba de arrancar en España, donde solo movilizaba a una minoría de mujeres pese a la vergonzosa desigualdad imperante. Según el artículo 57 del Código Civil de la época, la mujer debía "obedecer" al marido. El único acto que la mujer podía realizar era hacer testamento. También necesitaba permiso expreso del marido para trabajar. La aprobación del sufragio universal femenino en España se debió más bien al programa reformista de la Segunda República española y a dos mujeres progresistas, las dos abogadas y únicas parlamentarias de un total de 465 diputados en el hemiciclo de 1931. Fueron las primeras mujeres diputadas que pisaron las Cortes. Me refiero a Clara Campoamor y a Victoria Kent que, paradójicamente, en las primeras elecciones generales en las que votaron las mujeres, en 1933, no salieron elegidas como diputadas.


Ambas se enfrentaron en la sesión del 1 de octubre de 1931 donde se votaba la nueva Constitución. Clara Campoamor sostuvo que conceder el voto a las mujeres era fundamental para defender la democracia y Victoria Kent vio la necesidad de aplazar el voto femenino hasta que a las mujeres se les hubieran infundido de los valores republicanos.

Victoria Kent, que militaba en el Partido Radical Socialista (que no el PSOE) sostenía que las mujeres no estaban todavía preparadas para votar porque durante toda su vida habían vivido de espaldas a la política, en un sociedad beata donde el confesor era su principal influencia. Kent temía que si las mujeres votaban en esas primeras elecciones lo harían por boca del cura poniendo en peligro a la República. En su discurso en las Cortes del 1 de octubre dijo así: "creo que el voto femenino debe aplazarse. Creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal" y añadió "y es necesario aplazar el voto femenino, porque yo necesitaría ver, para variar de criterio, a las madres en la calles pidiendo escuelas para sus hijos; yo necesitaría haber visto en la calle a las madres prohibiendo que sus hijos fueran a Marruecos; yo necesitaría ver a las mujeres españolas unidas todas pidiendo lo que es indispensable para la salud y la cultura de sus hijos." Kent llegó a calificar de "peligroso" conceder el voto a la mujer antes de que ésta hubiese empezado a apreciar los beneficios de la República. La abogada republicana consideró que "no se podía medir a las mujeres españolas por el entusiasmo de algunas muchachas universitarias, tan entusiastas por la República. Si todas fueran así, yo me levantaría a pedir el voto femenino".

Clara Campoamor, que se había pasado al partido Radical de Lerroux (liberal, centro) después de que Manuel Azaña  (Alianza Republicana) le negara un puesto por Madrid en las listas electorales de las elecciones constituyentes del 28 de junio de 1931, defendió el derecho de la mujer al voto aún reconociendo que no estaba preparada para votar en conciencia. "Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho".

Campoamor, ferviente defensora de la Ley del Divorcio, consiguió el escaño por el partido Radical de Lerroux que formaba parte de la Unión Republicana-Socialista que fue la vencedora de las elecciones constituyentes de junio del 31. Y tuvo la visión estratégica de formar parte de la Comisión redactora de la nueva Constitución  formada por 21 diputados, que en pocos días preparó un anteproyecto que remitió a las Cortes. Allí, la abogada madrileña  tuvo que emplearse a fondo para modificar determinadas artículos. Logró  eliminar las palabras "en principio" del artículo 23 que había sido redactado de la siguiente forma: "no podrán ser fundamentos de privilegio jurídico el nacimiento, la clase social, la riqueza, las ideas políticas y las creencias religiosas. Se reconoce, en principio, la igualdad de derechos de los dos sexos". 


A Campoamor le tocó enfrentarse, entre otros, al diputado de la Federación Republicana Gallega, Roberto Novoa Santos. En el diario de sesiones del 2 de septiembre de 1931 constan las siguientes palabras de médico gallego: "El histerismo no es una enfermedad, es la propia estructura de la mujer; la mujer es eso: histerismo; y por ello es voluble, versátil, es sensibilidad de espíritu y emoción. Esto es la mujer. Y yo pregunto: ¿en qué despeñadero nos hubiéramos metido si en un momento próximo hubiéramos concedido el voto a la mujer?". También se opuso el diputado Hilario Ayuso, del Partido Republicano Federal -que luego formaría el Frente Popular junto al PSOE-  que propuso una enmienda por la que los varones pudieran votar desde los 23 años, pero las mujeres desde los 45 años. Adujo que la mujer no se encontraba preparada para votar antes de la menopausia. El diputado Eduardo Barriobero, del Partido Republicano Democrático Federal, llegó a pedir que excluyeran de dicho derecho a las 33.000 monjas que existían en España.

Curiosamente, los diputados de la derecha encabezados por Gil Robles estaban a favor del voto femenino convencidos de que favorecería sus intereses electorales a través de los sacerdotes y de la influencia de la iglesia en muchas mujeres. Los diputados de izquierda estaban sin embargo muy divididos por miedo a la influencia clerical en el voto de la mujer. La entrega al Presidente de las Cortes de un millón y medio de firmas de mujeres católicas pidiendo el cambio del proyecto de la Constitución para que respetaran "los derechos de la Iglesia" hizo que cundiera la alarma en las filas republicanas de centro y de izquierda.


En la sesión de las Cortes del 1 de octubre de 1931, Clara Campoamor se quedó sola defendiendo el voto femenino. Su partido, el Partido Radical de Lerroux (centro liberal) la abandonó.  Pero no se arredró. Se enfrentó al Congreso y, con un gran discurso, logró que que aquel día las Cortes Españolas aprobaran el artículo 36 de la Constitución que preveía: "Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes". Por 161 votos a favor y 121 votos en contra, las mujeres españolas obtenían su derecho al sufragio en igualdad de condiciones que los hombres. Y así lo recogió el diario ABC al día siguiente. "En pro de éste votaron socialistas, progresistas, vasconavarros, agrarios y parte de la minoría catalana y en contra los radicales y los radical-socialistas". El PSOE votó a favor con alguna sonada excepción como la de Indalecio Prieto que gritó que su aprobación era "una puñalada trapera a la República". El principal aliado de Campoamor fue el diputado socialista, Manuel Cordero que defendió el voto femenino en representación de la minoría socialista.

ABC, 2 octubre 1931

El debate fue acalorado. Campoamor defendió con vehemencia que las estadísticas confirmaban que el número de analfabetos disminuía más entre las mujeres españolas que entre los hombres. Advirtió a sus señorías de que no podían defraudar las esperanzas que las mujeres habían puesto en la República: "No dejéis a la mujer, que si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la Dictadura; no dejéis a la mujer, si es avanzada, que piense que su esperanza está en el comunismo". La diputada, consciente de la trascendencia de lo que estaba en juego pidió a sus señorías: "No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar".
 
Portada ABC, 20 noviembre 1933
En noviembre de 1933 se celebraron las segundas elecciones generales de la España republicana, las primeras en las que las mujeres podían votar. Se impuso la coalición de partidos de derechas y católicos integrados en la CEDA. Clara Campoamor perdió su escaño y los partidos republicanos la culparon de la derrota electoral. El voto femenino se convirtió en el chivo expiatorio de la izquierda. La prensa atribuyó al foto femenino el gran triunfo de las derechas. El líder del partido Alejandro Lerroux ofreció a Campoamor el puesto de Directora General de Beneficencia donde duró apenas un año. Acabó dimitiendo en octubre de 1934 cuando Lerroux pactó con la CEDA para formar gobierno. Solicitó el ingreso en Izquierda Republicana, partido que había surgido de la fusión de Acción Republicana de Azaña y Radical Socialista de Victoria Kent, pero le negaron la entrada y acabó exiliándose ante la inseguridad que reinaba en el Madrid en 1936. Nunca regresó a España y falleció en Suiza.

En su obra El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, Campoamor narró lo que tuvo que soportar para lograr el voto femenino: "Aislada de todos mis correligionarios y mis afines en ideas en la Cámara, combatida con animosidad por todos, a veces sospeché que odiada por todos, sostenida tan solo por la minoría socialista y por algunas personalidades aisladas, sufría arañazos o heridas en el trance, pero logré ver triunfante mi ideal. Todo lo doy por bien sufrido".

La abogada madrileña de la que ahora se intentan apropiar partidos como Ciudadanos como antes lo intentó el PSOE (partido al que nunca se afilió aunque colaboró con organizaciones de mujeres socialistas y prologó el libro Feminismo socialista, de la socialista María Cambrils) fue ante todo una mujer independiente, republicana y progresista, cuya retórica, tesón, pasión y fuerza lograron el voto para la mujer y situó a España en la vanguardia de la modernidad del momento. Es verdad que  Clara Campoamor se declaró liberal, como liberales se consideraban entonces republicanos de izquierdas o socialistas. Lo que está haciendo hoy Ciudadanos con Campoamor es un acto de apropiación indebida de una figura histórica que, debería saberlo Rivera, se posicionó claramente a favor de la abolición de la prostitución reglamentada que ahora propone la formación naranja. En 1932 explicó de forma tajante ante la cámara que “la ley no puede reglamentar un vicio”. Un dato: más del 90% de las mujeres que se prostituyen lo hacen por obligación. No actúan libremente ya que se encuentran en situación de vulnerabilidad económica, social, demográfica y sexual.

Clara Campoamor, tan alejada del comunismo como del fascismo, se sorprendería con estupideces del tipo "soy femenina, pero no feminista" de Noelia Arroyo y Patricia Fernández del PP o con  el pastiche "soy feminista liberal" de la candidata de Cs, Isabel Franco, que defiende la gestación subrogada que convierte a las mujeres sin recursos en vasijas reproductoras. Hace menos de un año abandonó la plataforma de periodistas COLOMBINE porque mayoritariamente decidieron revalorizar el término FEMINISTA tan denostado durante años.



SOBRAN LOS MOTIVOS. El siglo XX , gracias a mujeres como Clara Campoamor, fue el siglo de la revolución de las mujeres. El siglo XXI está llamado a ser el siglo de la acción de las mujeres bajo la misma bandera feminista que hace cien años defendió la igualdad real y efectiva de hombres y mujeres. No hay matices políticos que valgan cuando se trata de igualdad y de derechos.

Ellas son mayoría en la universidades y mayoría en las listas del paro. La presencia de mujeres permanece estancada en los consejos de administración de las empresas y las principales instituciones públicas. En algunos partidos políticos las siguen considerando floreros. Las mujeres tienen un 30% menos de probabilidades de ser contratadas que los hombres con igual curriculum y si son madres sufren doble penalización según un estudio realizado por la Universidad Pompeu Fabra. Harían falta 225 años para conseguir la igualdad salarial en la región de Murcia porque ellos acceden a más pluses que ellas. Y pese a la contundencia de los datos y la dictadura de los hechos,  sigue habiendo  mujeres, la mayoría de familias acomodadas, que  critican y arremeten contra la reivindicación feminista y alardean de haber llegado muy lejos por sí mismas, sin percatarse de que buena parte de sus derechos los conquistaron y seguirán conquistando mujeres feministas, aunque les arrojen huevos y agua como sucedió el pasado viernes 8 de marzo durante la manifestación por Gran Vía.

8 Marzo 2019. Manifestación 8M, Murcia

La labor es ingente porque hay que seguir explicando que lo contrario a machismo sería el hembrismo, no el feminismo. Porque hay gente empeñada en mostrar el feminismo como una teoría social minoritaria, radical y desquiciada. Porque no entienden que la lucha feminista es CON los hombres, no contra los hombres. Porque por España se pasea un autobús con la cara de Hitler que dice que no es violencia de género sino violencia doméstica.  Porque hay niños de instituto que ya tararean la canción "Cara al Sol"  y llaman "feminazis" a compañeras de clase que protestan ante expresiones "lloras como una niña" referidas a chicos. Porque el 56% de los jóvenes, sobre todo varones, defienden posiciones machistas. Porque zorra sigue siendo sinónimo de mujer prostituta y zorro de hombre astuto. Porque siguen asesinando a mujeres por ser mujeres. Porque la violencia contra las mujeres es global según datos de la ONU y una de cada tres sufrirá algún tipo de agresión machista en su vida. Porque se sigue incumpliendo la Ley de Igualdad. Porque las políticas de igualdad de algunos gobiernos regionales como el de Murcia caben en una pegatina, la que reparten cada año entre empresas para lavar conciencias. Porque el mayor peligro de la Democracia es el cansancio y dar por inmutables los derechos conquistados cuando no lo son. Porque vivimos rodeadas de políticos que difunden bulos, intentar reescribir la historia y quieren devolvernos a la caverna más oscura. Porque desde la reaccionaria extrema derecha nos insultan por el miedo que les provoca un movimiento social, histórico e imparable en el mundo. Porque el feminismo y la igualdad son el futuro y el machismo y la discriminación el pasado. Y porque el sufrimiento y el esfuerzo denodado de tantas mujeres a lo largo de la historia no puede ser baldío. Por ellas, por nosotras y por todas las que vendrán, ser FEMINISTA no es una opción, es una obligación. Y como periodista no puedo sino ser parte de COLOMBINE, una plataforma de mujeres periodistas libres e iguales al servicio solamente de un periodismo DIGNO.
El Congreso rememora con una lectura dramatizada el debate sobre el voto femenino que se celebró en las Cortes en 1931

los diputados de las consecuencias de defraudar las esperanzas que las mujeres habían puesto en la República: "No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la Dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza está en el comunismo".

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