Hola Mundo.
Terradellas
dijo que “el protocolo es la estética del poder”. Cierto. Y lo
hemos podido comprobar durante la jura del cargo de Fernando
López Miras
en San Esteban. Un acto que Pedro
Antonio Sánchez
aprovechó para lanzar el mensaje de que, aunque ya no es presidente
autonómico, sigue ostentando el poder.
Todos
los expertos en protocolo que el miércoles acudieron a San Esteban
-había muchas autoridades civiles y militares- repararon rápidamente
en que junto a la vicepresidenta del gobierno, Soraya
Sáenz de Santamaría
faltaba la presidenta en funciones,
Dolores Pagán
y sobraba Pedro
Antonio Sánchez
que desde el 4 de abril solo es diputado raso. Su sitio no estaba
arriba, sino abajo en el patio junto al también ex presidente
Alberto
Garre
pero eso habría provocado sarpullidos a ambos.
Los
servicios de protocolo del palacio de San Esteban sabían que aquello
no era correcto y que no había sido fruto del despiste de un becario
poniendo pegatinas en el suelo. Al final no tuvieron más remedio que
admitir que no habían podido hacer nada porque
Pedro Antonio Sánchez
se había empeñado -no sé si por cojones- en colocarse a la derecha
de Sáenz
de Santamaría
durante el acto. Nadie se atrevió a discutirle.
Desde
que en 2014 se reformó el artículo 20 del Estatuto del Presidente,
los presidentes que dimiten por cualquier motivo no quedan en
funciones. Desde esa reforma, el presidente cesante queda en
funciones solo si pierde una moción de censura o una cuestión de
confianza. Cuando Ramón
Luis Valcárcel
renunció para ser candidato al Parlamento Europeo seguía en
funciones – no se había reformado la ley- y precisamente por eso
pudo estar junto al ministro Cristóbal
Montoro durante
la jura del cargo de Garre.
Soraya
Sáenz de Santamaría
debió percatarse del lío protocolario y en su cuenta de twitter
felicitó a López
Miras
con una fotografía donde apenas se ve a Pedro
Antonio Sánchez aunque
se le atisba. No creo que la vicepresidenta, que no tiene un pelo de
tonta, eligiera esa fotografía por casualidad.
Pedro
Antonio Sánchez se
saltó el protocolo para comunicar a todos que López
Miras
preside pero él sigue ostentando el poder. Solo hay que ver el corte
del nuevo gobierno en cuya etiqueta pone Made
in Pas
y del que llama la atención que haya elevado la transparencia a
rango de consejería cuando la ley regional de transparencia,
concretamente el artículo 54, se sigue incumpliendo. Puede que lo
haya hecho para dar empaque a la portavocía que será la principal
ocupación de Arroyo.
Un gobierno, en definitiva, cuya estructura revoltijo
lo hace poco operativo porque no encaja con la del del Gobierno de
la Nación ¿Cuántos consejeros tendrán que ir a Madrid cuando el
ministerio de Educación y Cultura o la de Agricultura convoque una
reunión? La región de Murcia no se puede permitir 100 días de
prueba. No puede permitirse experimentos.
La
región de Murcia ha vivido una crisis política sin precedentes que
posiblemente se estudie el día de mañana en las facultades de
Ciencias Políticas. Una crisis que el PP quiere dar por cerrada pero
que les perseguirá hasta 2019. La oposición no dudará en
aprovechar la coyuntura y sacará rédito de una situación que
originó Ramón
Luis Valcárcel
nombrando sucesor a quien no tocaba y consolidó Pedro
Antonio Sánchez
nombrando sucesor a quien tampoco tocaba. El hombre es ese animal que
tropieza no sé cuántas veces con la misma piedra. En este caso
mientras todo un partido mira, calla y otorga.
El
PP ha perdido la oportunidad de pasar página definitivamente y
nombrar ahora al candidato de 2019. Habría aprovechado la
visibilidad que da la presidencia durante dos años para consolidarse
e intentar aminorar el batacazo que hoy atisban las encuestas.
Algunos sondeos quitan al PP hasta cinco escaños con la nueva ley
electoral aunque con lo que hay enfrente nunca se sabe. Pero han
vuelto a primar los intereses personales por encima de los intereses
del partido.
Pedro
Antonio Sánchez,
desde becario en San Esteban soñaba con la presidencia, quiere
volver a ser el candidato en 2019 si las dos causas judiciales que le
afectan -Auditorio y Púnica- son archivadas y si los fantasmas del
pasado -que tiene muchos- dejan de perseguirle. La Fiscalía ha
abierto diligencias e investiga otra de sus obras en Puerto Lumbreras
que ya veremos en qué deriva porque incluye los mismos ingredientes
de otros guisos: importantes sobrecostes y modificados sin sacar a
licitación. La cuestión es que con esos planes de los que solo
algunos ingenuos siguen dudando, solamente Fernando
López Miras
entraba en la ecuación. Marcos
Ortuño, Patricia Fernández o Víctor Martínez no
daban el perfil. López
Miras,
que ya ha dicho que no será un presidente de conflictos y ha
inventado las tomas de posesión de consejeros en la intimidad, no
dudará en apartarse en cuanto se lo ordenen. A sus 33 años ha
entrado en los libros de historia política de la región de Murcia.
Ha tocado el infinito y más allá que diría Buzz Lightyear.
La
cuestión es que nos encontramos justo en el ecuador de la
legislatura y nadie sabe qué opinan en realidad los murcianos de una
crisis política que creemos sin parangón ni del acierto o
desacierto de sus protagonistas. Los periodistas tocamos de oído.
Redactamos artículos sobre comentarios posiblemente sesgados de
familiares, amigos, allegados, compañeros de profesión y de otros
políticos. Intentamos leer entre líneas pero, en realidad, no
tenemos respuestas a preguntas como: ¿Comparten los murcianos que
Pedro
Antonio Sánchez
se ha sacrificado para salvar la región de Murcia de una catástrofe
tripartita? ¿Creen los murcianos que Fernando
López Miras
está capacitado para ser presidente? ¿Le conocen?¿Creen que Pedro
Antonio Sánchez sigue
mandando en la sombra? ¿Acertó el PSOE registrando la moción de
censura? ¿Ha hecho bien Ciudadanos apoyando la investidura de López
Miras?
¿Debería Ciudadanos haber obligado a
Pedro Antonio Sánchez
a entregar el acta de diputado en cumplimiento de la Ley de
Transparencia? ¿Preocupa la corrupción a los murcianos o lo ven
como algo secundario e inherente al ejercicio de la política? ¿Es
independiente la justicia cuando se trata de políticos? ¿Tendría
espacio político un partido regional liderado por Alberto
Garre?
¿Qué problemas preocupan a los murcianos? ¿Cómo valoran la acción
del gobierno regional? ¿Está la oposición a la altura? ¿Qué
partido pierde o gana escaños? ¿Quién es el dirigente político
mejor y peor valorado? ¿A quién pasa factura la crisis? ¿Nos
importa todo un carajo?
Muchas
preguntas para las que solo puede dar respuesta la demoscopia. Aunque
en 2016 los sondeos electorales brillaron por su desacierto en EEUU,
Reino Unido o España, no existe otra herramienta. Ciertamente los
partidos políticos suelen realizar periódicamente sondeos con
pequeñas muestras -los denominados tracking- cuyos resultados
guardan bajo siete llaves. En plena crisis política murciana el
Partido Popular, al parecer, encargó un sondeo para decidir si
adelantaba elecciones. Como los resultados no fueron favorables, optó
por resistir hasta el revés de la Púnica. Y no le ha ido del todo
mal porque con la ayuda de Ciudadanos mantiene el gobierno que era su
principal objetivo y el de miles de personas que vieron peligrar los
garbanzos. En política, no lo duden, todo se reduce a garbanzos.
En
la región de Murcia, a diferencia de lo que sucede en otras
comunidades de primer nivel, no existe un sondeo de opinión que
periódicamente -al menos un par de veces al año- realice una
fotografía de cómo respira la sociedad murciana y oriente las
políticas de los diferentes grupos parlamentarios. El Centro de
Estudios Murcianos de Opinión Pública -CEMOP- se lo propuso a la
Asamblea Regional para no perder la serie de datos histórica que
venía recabando y que en estadística es clave, pero resultó
imposible aunque estaban dispuestos incluso a poner a disposición
del Parlamento el informe y la base de datos completa de cada
barómetro para que cada uno hiciera su propia cocina. La presidenta
de la Asamblea Regional, Rosa
Peñalver,
tras reunirse con los responsables del CEMOP, llevó a finales de
2015 a la Comisión de Régimen Interior la posibilidad de destinar
una pequeña partida presupuestaria -con 30.000 euros habría
bastado- para realizar sondeos de opinión periódicos, una especie
de CIS regional, pero el diputado del PP, Domingo
Segado
se negó en redondo. “Ni hablar de destinar dinero público a
encuestas electorales” vino a decir y desde entonces no se ha
vuelto a plantear porque a Ciudadanos tampoco le hizo gracia.
También puede que influyera en una negativa tan tajante el hecho de
que los responsables del CEMOP -organismo adscrito a la Universidad
de Murcia- son profesionales que no permiten que manipulen sus
cuestionarios. Eso y que a ningún partido político le hace gracia
un sondeo que no puede controlar. Nadie quiere que le muestren
desnudo.
Cualquier
analista, sociólogo,
político o periodista convendrá conmigo que nunca fue tan
pertinente, oportuno e interesante un barómetro de opinión como lo
es ahora en la región de Murcia. Sería la bomba. Pues no lo
esperen. No les asustan los posibles resultados, lo que les da pavor
es que se conozcan y den al traste con la estética realidad que
pintan con sus declaraciones, vídeos, tuits y notas de prensa los
que ostentan el poder. Mientras tanto seguiremos intentando adivinar
qué sucede, preocupa y anhela una región que puede añadir a su
larga lista de carencias -otra más- que sus principales
instituciones políticas no quieren sondear periódicamente la
opinión de la gente a la que dicen representar aunque luego se les
llena la boca de transparencia y participación. Una pena porque el
saber no ocupa lugar y la información nunca debería dar miedo.