Hola Mundo.
Les propongo un ejercicio: cierren los ojos e imaginen que los jueces que instruyen los casos púnica y auditorio acaban de achivar las causas al considerar que los imputados no cometieron ningún delito... ¿Entienden ahora por qué hay titulares imposibles?
Mi artículo para el periódico La Opinión del sábado 8 julio 2017.
Dos jueces, supuestamente
simpatizantes del PP y de ideas conservadoras, han decidido procesar
al ex presidente regional Pedro
Antonio Sánchez dando al
traste con dos relatos: el de los populares que decían que todo se
iba a archivar inmediatamente y el de todos aquellos que, alentados
por ese interesado discurso político, no han dudado en cuestionar
la profesionalidad e independencia de ambos magistrados.
El juez
Quiñonero a las dos horas
de escuchar en sede judicial a Pedro
Antonio Sánchez dictó
auto de procesamiento contra él por cohecho, fraude y revelación de
información reservada en relación al caso
púnica. Y Julián
Pérez Templado ha hecho lo
propio en relación al caso
auditorio por los delitos
de prevaricación continuada, fraude de subvenciones públicas y
fraude de fondos públicos. Un auto con el que Pérez
Templado da un duro
varapalo a Pedro Antonio
Sánchez al exculpar a
técnicos y funcionarios tras los que se intentó parapetar durante
su declaración en sede judicial con el argumento de que él no sabía
nada y se limitaba a firmar lo que le ponían en el portafolios. El
juez no le creyó y por eso son dos los autos de procesamiento por un
total de seis delitos los que ya suma el todavía presidente regional
del PP y presidente del grupo parlamentario popular en la Asamblea
Regional, donde ocupa un escaño con la bendición de Ciudadanos que
regaló a López Miras
la investidura como presidente de la comunidad.
Hasta llegar aquí el juez Enrique
Quiñonero ha leído y
escuchado que era un infiltrado del PP porque consiguió la plaza de
magistrado por el denominado cuarto turno a propuesta de Ramón
Luis Valcárcel aunque
lo designó la Asamblea
Regional por unanimidad de los tres grupos parlamentarios: PP, PSOE e
IU. Y al magistrado Julián
Pérez Templado,
excesivamente impetuoso en sus autos hasta el punto de hacer
sospechar a cualquiera, se le ha llegado a cuestionar e incluso
intentar recusar porque se le vio tomando cañas con un vocal de la
directiva del PP en plena fase de instrucción del caso auditorio con
quien se las lleva tomando desde hace más de veinte años en el
mismo lugar y a la misma hora porque son amigos. El propio presidente
del Tribunal Superior de Justicia, Miguel
Pascual del Riquelme fue
uno de los tres jueces contra los que PODEMOS presentó una querella
de presunta
prevaricación por avalar con su voto el envío de la causa auditorio
a un juzgado de Lorca al considerar que los hechos delictivos
expresados por la fiscalía en su querella contra un total de 22
personas no estaban suficientemente individualizados contra el único
aforado. Y lo hizo porque debió considerar que el juzgado de Lorca
era el órgano judicial predeterminado por la Ley, aunque sabía que
aquello le acarrearía duras críticas puesto que con su decisión
facilitó que Sánchez
fuese designado candidato en mayo de 2015. Lo sencillo para Pascual
del Riquelme estando recién
aterrizado al frente del TSJ tras una elección polémica, habría
sido hacer lo contrario. Eso habría acallado muchas bocas que en ese
momento cuestionaban su nombramiento por parte del CGPJ, pero
probablemente su decisión habría sido contraria a derecho y a la
ética que debe imperar en cualquier servidor público. El Supremo
acabó archivando aquella querella al considerar que en la fase
embrionaria de la instrucción contra aforados es conveniente que
sean los jueces ordinarios los que investiguen a los imputados
“cuando los indicios se muestre débiles o inconsistentes” o si
existe un número elevado de acusados. Por
analogía, la denuncia de la fiscalía contra el el diputado del PP,
José Soria
por el teatro de Cehegín debería haberla presentado en el TSJ, pero
lo ha hecho ante un juzgado de Mula aunque José
Soria es diputado y también
está aforado. Además es un caso prácticamente calcado al del
auditorio de Puerto Lumbreras: también está implicado el arquitecto
Martín Lejárraga,
la comunidad autónoma concedió una subvención de 9 millones de
euros, el dinero se ha gastado y sólo está acabada la segunda fase
de la obra ¿A qué obedece esa disparidad de criterio por parte de
la fiscalía a la hora de elegir mostrador en el que registrar
querellas? ¿Es cuestión de proyección mediática?
Ni Quiñonero
ni Pérez Templado
se han convertido ahora en unos abanderados de la independencia
judicial por haber dictado autos de procesamiento contra Pedro
Antonio Sánchez aún
siendo de ideología conservadora y tener amigos peperos, pero sí
que habrían sido tildados de villanos vendidos a la derecha de haber
archivado las causas judiciales. Puede que solo hayan sido dos
profesionales de la judicatura haciendo su trabajo, pero ese relato
sería demasiado simplista en un país dado a etiquetarlo todo según
la supuesta ideología política de los concursantes: jueces,
periodistas....
España, lamentablemente, sufre unos
bajos niveles de satisfacción con las instituciones judiciales. Es
uno de los países europeos que más desconfía de la justicia
debido, en buena parte, a los intentos de injerencia de los políticos
y a discursos como el que durante meses han mantenido los dirigentes
del PP de la región de Murcia, que con una seguridad inusual,
aseveraban que todo se archivaría. “Julián
no le puede hacer algo así a Pedro
Antonio” me dijo un
destacado dirigente popular cuyo familiar lenguaje me dio qué
pensar. Lo de “¿Pedro Antonio dónde estás? Del ministro Catalá
y las maniobras del fiscal general Maza
tampoco ayudan.
España está
en el grupo de cabeza de los países europeos con peor percepción de
la independencia judicial. Los datos ofrecidos el pasado mes de abril
por la Comisión Europea reflejan que el 60% de los españoles
consideran como mala o muy mala la independencia de la justicia, lo
que supone que sólo tres de los 28 países están peor:
Bulgaria, Croacia y Eslovaquia. Ciertamente
se trata de una percepción subjetiva que contrasta con otros
indicadores como el de Linzer
y Staton (2011)
que concluye que la judicatura española goza de una independencia
por encima de la media europea lo que evidencia una clara disociación
entre opinión pública y realidad que puede deberse a la recurrente
referencia a la politización de la justicia que hacen los partidos
políticos en los medios de comunicación y que lleva a los
ciudadanos a tener una percepción mucho más pesimista sobre la
influencia política de los jueces que la que se da efectivamente. En
el primer trimestre de 2017 los jueces procesaron por delitos de
corrupción a 97 personas en España y el 77,8% de las sentencias
fueron condenatorias según datos del CGPJ que desde 2016 publica los
datos relativos a corrupción para intentar combatir la idea de que
los políticos son impunes y los jueces no son independientes del
poder político.
Una
democracia avanzada debe mostrar altos niveles de calidad de la
justicia y, por ende, mayor confianza en la misma y para eso hay que
garantizar el acceso igualitario a los tribunales por medio de la
eliminación de barreras legales y económicas, la aplicación
imparcial de las leyes, la independencia judicial y la eficiencia
judicial, es decir, la aplicación del derecho sin incurrir en
errores legales ni en dilaciones indebidas de los procesos. Pero para
una justicia eficiente se necesitan recursos tanto humanos como
económicos. La región de Murcia, por ejemplo, tiene 110 juzgados y
son necesarios 33 más. Murcia es la región de España con más
necesidades judiciales ¿Creen que les preocupa a los diez diputados
por Murcia en el Congreso? Hubo un intento del presidente del TSJ,
Pascual
del Riquelme de
convocarles a una reunión privada para analizar la precaria
situación de la justicia para que, llegado el caso, pudieran
defender mejor los intereses de su región y ninguno acudió al
encuentro. Las excusas fueron tan diversas como ridículas.
La
ausencia de seguridad jurídica y los procesos judiciales eternos en
el tiempo por falta de medios también ahuyenta las inversiones
económicas. Las grandes corporaciones analizan esa variable antes de
decidir en que país o región invierten, algo que han detectado
regiones como el País Vasco, pero que a los dirigentes políticos de
Murcia les suena a chino. Tienen tantos frentes abiertos que en lo
último que piensan es en un pacto regional por la justicia. Se
estima que en los depósitos de los tribunales españoles hay
retenidos 3.000 millones de euros debido a la lentitud de la
Justicia. Un disparate para la economía de cualquier país.
Tras el titular “imposible” que dos jueces conservadores nos acaban de brindar para sorpresa de muchos, la cuestión es si dimite o no Pedro Antonio Sánchez como presidente del partido o apela a la presunción de inocencia y a que no metió la mano para aguantar hasta que haya sentencia firme. Todo es posible mientras cunde la preocupación en sus filas y los de Garre se frotan las manos. Los pedroantonianos creen que, llegado el caso, debe sustituirle López Miras por ser el presidente y actual coordinador regional. Piensan que es lo más sensato y estable para el partido aunque admiten que todavía debe ganarse los galones para ser el candidato. Hay quien cruza los dedos cuando le da por improvisar y no leer las notas que le escriben en San Esteban. Los autodenominados mayores (al parecer encabezados por Cámara) creen que hay que dar carpetazo a la breve y fallida era PAS, subsanar los erres del pasado y colocar al frente del partido a alguien de más calado capaz de evitar un batacazo electoral y de enfrentarse a miuras como Urralburu o Garre. Cámara no olvida que fue obligado a dimitir para que C's le invistiera presidente de la comunidad.
Y ahí andan unos y otros: midiendo sus fuerzas en la Junta Directiva del partido que, como máximo órgano de representación entre congresos, puede designar al nuevo presidente del partido popular sin ir a un congreso extraordinario. El principal objetivo de ambos bandos es controlar la elaboración de las listas electorales o, dicho de otra forma, repartir garbanzos. Una competencia que supo amarrar bien Valcárcel y por eso nadie le tosió cuando se empeñó en designar candidato a Pedro Antonio Sánchez sabiendo la que se avecinaba aunque ahora vaya diciendo que no fue cosa suya.
Y ahí andan unos y otros: midiendo sus fuerzas en la Junta Directiva del partido que, como máximo órgano de representación entre congresos, puede designar al nuevo presidente del partido popular sin ir a un congreso extraordinario. El principal objetivo de ambos bandos es controlar la elaboración de las listas electorales o, dicho de otra forma, repartir garbanzos. Una competencia que supo amarrar bien Valcárcel y por eso nadie le tosió cuando se empeñó en designar candidato a Pedro Antonio Sánchez sabiendo la que se avecinaba aunque ahora vaya diciendo que no fue cosa suya.