Hola Mundo.
Una
vez demostrada la ineficacia de las rogativas a la Virgen como
solución a la falta de agua que padece la región de Murcia, solo
cabe una posibilidad y es recurrir a la danza de la lluvia que en
numerosas culturas se ejecuta para invocarla y garantizar el éxito
de la cosecha. No queda otra que instar a nuestros parlamentarios a
que, encabezados por el presidente López
Miras,
hagan como los indígenas zuñi de Nuevo México, se adornen con
plumas y turquesas que simbolizan el viento y la lluvia
respectivamente y bailen en círculo hasta que llueva o el gobierno
de Rajoy
–harto de verles en televisión danzando en taparrabos- se decida a
encabezar un gran pacto nacional del agua. No solo por la región de
Murcia, sino por una cuestión de Estado que afecta a toda España
porque los ciclos de sequía serán cada vez más largos y frecuentes
como consecuencia del cambio climático. Mayo ha sido el mes más
seco de los últimos 34 años.
Pero
me temo que ni con medidas extremas de tal calado -ver a sus señorías
bailando de esa guisa puede herir sensibilidades- se resuelve algo
tan contaminado en un contexto político tan convulso. Contexto
político y económico con el que López
Miras
ha justificado que ya no se reclame el trasvase del Ebro que tantos
votos trasvasó en su día al Partido Popular de Ramón
Luis Valcárcel
al tam-tam de “Agua para todos”.
Hace
un año que Pedro
Antonio Sánchez,
con motivo del Debate sobre el Estado de la región, ofreció a los
grupos parlamentarios un Pacto regional del Agua para dar ejemplo de
unidad al resto de España, pero luego olvidó incluirlo en el orden
del día de la VI Conferencia de Presidentes celebrada en enero de
2017. Nunca quedó claro si lo propuso y se lo rechazaron o,
simplemente, ni llegó a plantearlo para no molestar a Rajoy
ni a otros presidentes regionales con un asunto que resulta incómodo.
En cualquier caso, el nulo peso político de la región de Murcia y
de su gobierno en Madrid quedó patente una vez más y de nada sirvió
que intentara arreglarlo más tarde dedicándole unas palabras de su
breve discurso.
Ahora
lo va a intentar López
Miras y
a porta gayola
quiere
comparecer en la Asamblea Regional para decir una obviedad y es que
“Murcia
necesita agua ya y agua para siempre”. Algo que antaño ya exigía
Valcárcel
aunque en cuanto su consejero Antonio
Cerdá
pasaba de La Roda, la reivindicación de desinflaba como si en ese
punto de nuestra geografía hubiese una especie de campo magnético
de kriptonita que les deja sin fuerza como a Supermán.
López
Miras se
equivoca de ventanilla
porque
si de algo vamos sobrados en la región es de titulares hídricos
que no llevan a ninguna parte. El agua hay que exigirla en Moncloa y
en el ministerio de Agricultura donde nuestro flamante nuevo
presidente aún no ha sido recibido oficialmente. Ademas, según
COAG, la directora general del Agua, Liana
Ardiles -y
esto es grave- ha
ralentizado soluciones técnicas a la falta de agua en el campo de
Cartagena porque le sentó “fatal” que la consejería de
Agricultura dirigida por
Adela Martínez Cachá
requiriera oficialmente a la Confederación Hidrográfica del Segura
para que taponara la red de salmoreoductos que estaba vertiendo al
Mar Menor desde la rambla del Albujón después de que televisiones
de medio mundo difundieran la sopa verde en la que se había
convertido la laguna salada por culpa, entre otros, del organismo de
cuenca. Le sentó fatal porque en ese momento a Ardiles
se la estaba relacionado con la trama corrupta de ACUAMED que
investigaba la Audiencia Nacional y no quería que le endosaran
también la contaminación del Mar Menor tras años de dejación
ministerial. En otras palabras: le tocó las narices que una
administración regional de una comunidad pequeña como Murcia le
dijera qué tenía que hacer y cómo hacerlo. Ardiles,
que llegó al ministerio desde la Confederación Hidrográfica del
Duero, por sistema ha dicho no a cualquier propuesta que ha llegado
desde Murcia y a cuyos directores generales, ya sea en reuniones
sobre agua o Mar Menor, ha tratado de manera despectiva y vejatoria
con expresiones del tipo “Tú te callas” o “Tú hablarás
cuando yo te lo diga”.
“Las
malas relaciones entre el ministerio y la consejería nos han
perjudicado porque estaban enconadas y ahora toca recomponerlas”
dice ahora el dirigente de COAG-Cartagena, Vicente
Carrión
para justificar que el nuevo consejero del ramo, Francisco
Jodar haya
vuelto de su reunión
con Ardiles
sin fecha para la apertura de los pozos de sequía pero satisfecho
por el clima cordial del encuentro porque, al parecer, Ardiles
ha
decidido perdonar la insolencia de los murcianos.
Carrión,
que
quería seguir regando de pozos y desalobrando, no olvida
que
Martínez
Cachá
provocó que confederación sellara los vertidos, como Ardiles
no perdona que la dejaran en evidencia unos murcianos. Resultado:
Martínez
Cachá a
la consejería de Educación aunque ha sido la única que realmente
se ha creído su papel y cada vez que ha ido a Madrid ha planteado
soluciones y exigido agua. Ha sido una consejera reivindicativa que
es a lo que en el ministerio no están acostumbrados y la región de
Murcia necesita.
Que
en un año haya sido imposible un pacto regional demuestra lo que la
falta de agua preocupa y ocupa a nuestros políticos, es decir, lo
justo y menos. Un desinterés que no pasa desapercibido en el
Ministerio de Agricultura cuya titular, Isabel
García Tejerina
aseguraba recientemente en Ciudad Real para tranquilidad de los
manchegos que “no habrá más trasvases del agua a la cuenca del
Segura” porque con el memorándum se había elevado el mínimo
trasvasable de 240 a 400 hectómetros cúbicos. La prueba palpable de
que Dolores
de Cospedal nos
metió un gol por toda la escuadra a cuenta del memorándum. Ahora no
hay trasvases de agua ni para abastecimiento y García
Tejerina
no porta por esta tierra seca ni de incógnito.
Ciudadanos
no quiere meterse en ese charco, pero dejará que sus diputados
regionales hagan el paripé. Su presidente Albert
Rivera
ha visitado Murcia recientemente y no se ha mojado. Que lo haga otro
vino a decir. “Yo no soy el presidente de este país. Ese asunto
debe encabezarlo Rajoy”
dijo Rivera
cuando le preguntaron si apoyaría en el Congreso una propuesta para
redotar la cabecera del Tajo con trasvases desde el Ebro, el Duero o
el Tajo Medio que los regantes están dispuestos incluso a pagar de
su bolsillo. Se limitó a decir que “los políticos deben sacar las
zarpas del agua” y que está a favor de un PHN “que respete los
caudales ecológicos”. Fin de la cita.
El
PSRM-PSOE está entretenido buscando la manera de que María
González Veracruz -de
profesión diputada- herede el puesto de su padre al frente de la
secretaría general del PSRM-PSOE y por eso anda pidiendo que se
cierren filas entorno a Pedro
Sánchez, pero
no fue capaz de defender con su voto en el Congreso el “no es no”
a Rajoy.
Tan
despistados están que permiten que sus compañeros diputados voten
en el Congreso en contra de los bancos de agua y de la cesión de
derechos. Tampoco han sabido frenar las andanas antitrasvasistas de
García
Page.
El
PP hace tiempo que perdió toda su credibilidad en lo que al agua se
refiere. Rajoy
ha
incumplido su promesa de aprobar un PHN,
ya
no menciona la palabra trasvase y directamente ignora a los
populares murcianos y más ahora que su presidente Pedro
Antonio Sánchez puede
acabar procesado
por
temas de corrupción tan mediáticos como Púnica. Y lo que es más
grave, las inversiones en agua caen a mínimos en los Presupuestos
Generales del Estado 2017. Tampoco hay nuevos proyectos para el
futuro pese a que la cuenca del Segura está en situación de alerta.
Y
de PODEMOS qué decir. Pues que por ellos tendríamos que
conformarnos con lo que llueve, plantar tomates y lechugas en macetas
para autoconsumo y asumir el inexorable avance del desierto.
PODEMOS,
más que izquierda poliédrica que diría Ramón
Luis Valcárcel,
es una izquierda polisémica porque lo mismo significa hasta cinco
cosas distintas si atendemos a las candidaturas presentadas para
hacerse en junio con la secretaría general del partido en la región:
“Más Podemos”, “Con la gente podemos”, “Profundización
Democrática”, “Podemos para todos” y “Podemos en
Movimiento”. Y todos proponen lo mismo: comunismo más o menos
edulcorado con ciertas dosis de anticapitalismo. Los encargados de
levantar acta de cualquiera de sus reuniones asamblearias
-imaginémosles discutiendo sobre agua y trasvases- deben acabar
guiñando el ojo izquierdo como Millán
Salcedo
de Martes y Trece en el sketch de “Encarna y la empanadilla” y
preguntando “¿Entonces qué tengo que apuntar?” porque cada
reunión debe dar para una tesis.
Somos
capaces de llevar gas, petróleo y electricidad de donde se produce a
donde se consume mediante grandes y complejas infraestructuras. Somos
capaces de construir cientos de kilómetros de AVE, colosales
viaductos sobre valles y horadar montañas con potentes tuneladoras
para vertebrar España, pero somos incapaces de construir canales
que lleven agua de donde sobra a donde falta. No hemos aprendido que
las grandes civilizaciones que nos precedieron, evolucionaron gracias
a las obras hidráulicas: Roma, Egipto, Mesopotamia, China...Todas
ellas basaron su prosperidad en la disponibilidad del agua que ahora
nos negamos entre españoles.
En
este país se acabaron las mayorías absolutas y eso significa que
Rajoy
desperdició una oportunidad única para hacer algo realmente grande
y ser recordado por algo más que “Luis sé fuerte”, “la caja B
del PP” o “un plato es un plato y un vaso es un vaso”. El
contexto político nunca volverá a ser propicio para un pacto
nacional del agua porque la mediocridad y el cortoplacismo han
colmado nuestras instituciones políticas hasta hacerlas inoperantes
e inservibles. A Murcia no le queda otra que instar a sus señorías
a adornarse con plumas y ejecutar cual chamanes la danza de la lluvia
esperando un milagro que no parece probable porque no está para
llover.