-Mamá
cuéntame un cuento, porfa.
-¿Quieres
que te lea el cuento de “La avutarda ferroviaria”?
-¿La
avutarda ferroviaria? Creía que la avutarda era un ave.
-En
realidad es un ave de gran tamaño con patas y cuello largos y un
voluminoso cuerpo en forma de barril.
-¿Por
qué ferroviaria?
-Pues
porque, según trabajadores de RENFE, es lo que va a llegar a Murcia
en vez del tren AVE. Y dicen que es una avutarda porque ese tren
nunca alcanzará la alta velocidad, aunque un señor llamado Mariano
Rajoy,
que anda como Robocop, fuma puros y solo lee periódicos de fútbol,
prometió que Murcia tendría un tren AVE de primera categoría. Lo
prometió cuando todavía no era presidente del gobierno para que le
votásemos. Y para colmo ha puesto en Murcia a un vigilante que habla
de una forma que recuerda a los gobernadores civiles de otros tiempos
cuando invocaban la ley de vagos y maleantes: no deja de lanzar
amenazas y advertencias a todo el mundo con aquello de que “quién
la hace la paga” y habla de perseguir a “insurrectos” en las
vías del tren. A muchos abuelos les gusta mucho ese señor porque
evoca tiempos que añoran.
-No,
ese no me gusta. Me recuerda a un compañero que prometió traer
chuches si le elegíamos delegado de clase y no ha traído ni una
nube.
-¡Anda!
Pues a Rajoy,
que ahora es el presidente del gobierno, le gustan mucho las
golosinas solo que él las llama “los chuches”. A veces se lía
con las palabras. También prometió en 2008 recuperar el trasvase
del Ebro y traer mucha agua a la cuenca del Segura y nueve años
después no hay agua para nadie.
-Otro
mamá, que el cuento del “Agua para Todos” ya me lo has contado
muchas veces.
-Tienes
razón, pero es que es un cuento tan viejo y tan “popular”. ¿Qué
te parece el cuento de “El tren camello, el cochinilla y el
tamagochi”? Trata de unos trenes tan viejos, incómodos y lentos
que los viajeros deben llevar cojines para sentarse, abanicos en
verano para sofocar el calor y tapones para los oídos del ruido que
hacen. Si no estás acostumbrado, te asustas mucho. Aunque son trenes
tercermundistas, nadie los cambia. Y si se te ocurre repartir
octavillas en esos trenes exigiendo mejoras, llegan los guardias de
seguridad y te riñen.
-No
me gustan esos trenes.
-Lo
entiendo, esos trenes asustan a cualquiera. ¿Y el cuento titulado
“Mi cabra naranjita”? Tiene que ver con unos hombres que
quisieron gobernar un reino, cuatro de ellos incluso lograron llegar
a palacio, olvidándose por completo de las mujeres. Redactaron un
bando -lo que hoy llamamos programa electoral- donde dedicaron varias
páginas al ganado ovino y caprino y apenas tres líneas a la mujer.
Creo, que para esos hombres era más importante el bienestar animal
que el que las mujeres no fuesen discriminadas y fueran tratadas como
iguales en todos los ámbitos de la vida.
-¿En
qué siglo está ambientado el cuento mamá?
-Lamentablemente
en el siglo XXI.
-¿No
conoces otro? Ese es muy triste.
-Pues
sí. ¿Recuerdas “El cuento de la maligna oposición que soñaba
con algarrobos”? Era ese de un mar que se puso verde y unos malos
que, en realidad, no eran malos porque solo querían cambiar la forma
de cultivar y fertilizar la tierra porque así lo habían recomendado
los científicos. Pues acaban de publicar la segunda parte que se
llama “El topillo valiente” y dice así:
Érase
se una vez
un hombre de leyes llamado José
Luis Díaz Manzanera
que al ver la sopa verde en la que se había convertido el Mar Menor,
se puso muy triste, tan triste que no dudó en cumplir con su
obligación y puso en marcha “la operación topillo”. Te
preguntarás, ¿qué hizo? Pues ser valiente y cumplir con su deber
moral y legal de investigar hasta dar con los responsables de la
grave contaminación que sufre el Mar Menor con el agravante de
“riesgo de deterioro irreversible o catastrófico”. Nadie sabe en
qué quedará la causa judicial, pero ya ha conseguido que más de
uno se tenga que quitar la venda porque a la denuncia no le falta de
nada: regadíos ilegales, contaminación de suelos y del acuífero
por exceso de fertilizantes, infraestructuras millonarias totalmente
inútiles y falta de control.
El
fiscal acusa a un total de 24 firmas agrícolas del campo de
Cartagena y a un total de 13 personas que “desempeñan o ha
desempeñado” cargos en la consejería de Agricultura y en la CHS.
Entre los señalados están el ex consejero de Agricultura del PP,
Antonio
Cerdá
y dos ex presidentes socialistas de la Confederación Hidrográfica
del Segura: José
Salvador Fuentes Zorita y María Rosario Quesada.
Todos ellos, según el fiscal, hicieron caso omiso de todos los
informes internos, advertencias y estudios científicos pese a que la
degradación del Mar Menor alcanzaba “límites desastrosos y
calamitosos”. Es apabullante el número de normas y leyes
vulneradas.
Tanto
la consejería de Agricultura como la confederación sabían lo que
estaba sucediendo e hicieron la vista gorda. De hecho, la denuncia de
la Fiscalía se basa en datos oficiales aportados por ambas
instituciones. Desde hacía años, el organismo de cuenca disponía
de un listado de pozos y desalobradoras ilegales y solo a partir de
2013 empezó a incoar expedientes sancionadores y “tanto el nuevo
presidente de la CHS, Miguel
Ángel Ródenas
como el comisario de aguas trataron de poner freno a una situación
disparatada” dice el fiscal en su denuncia. Se trata del mismo
Ródenas
cuyo
cese exigen los regantes y cuya cabeza habría pedido el presidente
López
Miras
al ministerio para calmar a los agricultores que amenazan con no
votar al PP. Me da que el cese ahora de Ródenas
sería un escándalo por mucho que el presidente de COAG en
Cartagena, Vicente
Carrión
vaya pidiendo “que lo metan en la cárcel” por desmantelar el
salmueroducto: una tubería que, según el fiscal, fue diseñada para
verter directamente al Mar Menor.
El
fiscal lamenta que los agricultores se hayan venido aprovechando del
anonimato que ofrecen las conexiones subterráneas para echar
vertidos al Mar Menor y subraya que habría que levantar todo el
campo de Cartagena con retroexcavadoras para descubrir y retirar
todas las conducciones ilegales hasta llegar al origen de los
vertidos, que son continuos y constantes por la rambla del Albujón.
El
fiscal asegura que los agricultores denunciados sabían que el agua
de los pozos no era de calidad para el cultivo “y por eso fueron
instalando desalobradoras (cuantificadas en un millar, y casi todas
ilegales) con el fin de limpiar ese agua cuyo rechazo contaminado
(estimado en un 30%) volvían a meter en el subsuelo contaminando aún
más el acuífero, o lo echaban directamente al Mar Menor a través
de la rambla del Albujón”. El chorro de agua era fácilmente
apreciable, pero nadie lo vio hasta que lo grabó ANSE. La fiscalía
sostiene que podrían estar entrando en el Mar menor más de 4.000
toneladas de nitratos al año por vías superficial y subterránea.
Y
es que en el campo de Cartagena se ha pasado en los últimos años
del cultivo de secano típico del Mediterráneo (cereales o algunos
árboles frutales), a los cultivos de regadío, que necesitan mucha
más agua. El fiscal habla de “desmesurada” e “incontrolada”
roturación del campo de Cartagena para fines agrícolas y “la
consecuente ampliación de regadíos ilegales en 20.000 hectáreas”.
En realidad, el fiscal ha cometido un error porque muchas de esas
hectáreas de regadío ilegal a las que alude se legalizaron en 2015
a cuenta del plan de cuenca del Segura. Lo grave es que, incluso este
verano, se han seguido haciendo roturaciones ilegales en el campo de
Cartagena que son las que detallará ANSE con su mapa de regadíos
ilegales.
La
fiscalía señala a Cerdá
que,
no olvidemos, durante años fue el fontanero de Ramón
Luis Valcárcel,
y seguiría siendo el consejero de Agricultura de no haber sido
obligado a dimitir para salvar al propio Valcárcel
de
las garras del juez Abadía
a cuenta del caso judicial Novo Carthago. Cerdá,
nombrado este año por Greenpeace “villano del clima”, permitió
que su consejería siguiera dando subvenciones europeas a las
explotaciones agrarias que estaban incumpliendo la directiva de
nitratos. No hubo sanción alguna por estar realizando vertidos. En
2007, la consejería solo inspeccionó 10 explotaciones aunque ese
año fueron 20.000 las que recibieron subvenciones de la PAC según
el fiscal. Ya veremos cómo sienta en el Parlamento Europeo la
noticia porque la responsabilidad política de uno de sus
vicepresidentes es incuestionable; máxime cuando los agricultores
murcianos, solo entre 2013 y 2015, se han repartido 715 millones de
euros de fondos comunitarios.
El
fiscal, que no descarta que en el transcurso de la investigación
judicial salgan más responsables (puede que los agricultores
denunciados empiecen a cantar por soleares), dice que “la situación
ambiental del acuífero y del Mar Menor se puede considerar caótica
o nefasta y de muy difícil solución ambiental”; y ha requerido a
todos los agricultores denunciados para que se abstengan de verter
“el rechazo” de sus desalobradoras a cualquier cauce público, al
suelo o al subsuelo, con apercibimiento de incurrir en un Delito de
desobediencia. Veremos el caso que le hacen.
Y
todo esto sucede casi al mismo tiempo que siete científicos del
comité de asesoramiento del Mar Menor aseguran no entender el empeño
del gobierno regional por dragar las golas para que entre más agua
del Mediterráneo en el Mar Menor cuando, según la doctora en
biología Julia
Martínez
“saben desde febrero cuál es el verdadero origen del problema y no
están haciendo nada”. Pero qué se puede esperar de un gobierno
cuyo consejero de Medio Ambiente, Javier
Celdrán ha
negado
en sede parlamentaria que el Mar Menor esté contaminado. Admite que
ha recibido vertidos durante décadas para decir a continuación que
“es víctima de un complejo proceso multifactorial”. Me da que
estamos a un paso de que echen sobres de azulete para engañar a los
que dan las banderas azules y de que Francisco
Bernabé
nos regale “un palomares” en Los Urrutias y asunto arreglado.
Pero ese será otra historia, pero para no dormir, querido Chicho.
Artículo publicado en el periódico La Opinión el sábado 16 diciembre 2017.
Artículo publicado en el periódico La Opinión el sábado 16 diciembre 2017.