Se
sabe que un partido político está en declive cuando empieza a fluir
la porquería desde dentro. Que se lo pregunten al PSRM-PSOE de hace
25 años donde había cargos que se filtraban encima.
Las
caciquiles, rancias, nepotistas y casposas declaraciones del concejal
de Fomento Roque
Ortiz
a los alcaldes pedáneos y presidentes de juntas municipales, en la
sede regional del PP y en presencia del alcalde Ballesta,
recordándoles que “en Murcia mucha gente está donde está gracias
al PP” y arengándoles a advertir a los enchufados en las
concesionarias de que pueden perder el puesto de trabajo si no
vuelven a ganar los populares las próximas elecciones, no son
interesantes porque revelen la existencia de una extensa red
clientelar de tráfico de voluntades, sino porque evidencian que se
ha roto la inquebrantable unidad del PP. Quien lo filtró a la prensa
lo grabó con esa intención, e hizo que coincidiera la portada del
periódico con el día de Murcia en FITUR.
Los
populares murcianos se enfrentan a una situación inédita para la
que no están preparados. Por un lado están unos sondeos a la baja
–entre 14 y 15 escaños- que les hace reconocer públicamente que
necesitarán a Ciudadanos para gobernar cuando hace solo cinco años
eran 33 en el hemiciclo. Su mayor temor hoy es que el PSRM-PSOE les
adelante aunque sea por la mínima y Ciudadanos se vea obligado a
apoyar a Diego
Conesa
por aquello de respetar la lista más votada, solo que los
socialistas siguen sin atraer los votos que pierde Podemos por las
tonterías independentistas de Pablo
Iglesias.
Y luego tienen al enemigo interno que en los partidos políticos
siempre es el más temido porque, como El
Zorro,
nunca se sabe cuándo ni cómo va a actuar y provoca en sus
dirigentes una especie de paranoia que les hace ver furgonetas
blancas por todas partes. Puede que en el PP acaben ordenando
registrar hasta los calcetines de los asistentes a cualquier reunión
de trabajo buscando móviles para evitar comprometedoras grabaciones,
de las que seguro habrá más. Fuentes populares aseguran que han
localizado a la persona que grabó y filtró a la prensa la
impresentable arenga electoral de Roque.
Siempre puede alegar, como Isabel
Martínez Conesa
con “los mataos”, que lo hizo de manera involuntaria e
inconsciente.
El
concejal Roque
Ortiz, que
pasará la historia de la filosofía huertana por reflexiones tan
profundas como “el que no se acuerda de las cosas es un marrano”
-un animal por el que siente tanta predilección como por los viajes
a Estambul en jet privado-, puede que acabe teniendo que ir a ver al
fiscal jefe. No descarten que lo llame a capítulo –lo hizo con PAS
cuando declaró que le habían ofrecido comisiones- para que le
explique más profusamente qué es eso de que va a gastarse el dinero
público de todos “sin hacer convocatoria” y “sin contar con
nadie”.
“Quiero
que todas las cuestiones que tengáis de alumbrado público nos las
hagáis llegar directamente a nosotros y yo voy a gastarme un dinero
sin hacer convocatoria pública…” dijo textualmente Roque
Ortiz
que, casualmente o causalmente, el pasado 9 de enero firmó un
decreto que deja sin efecto el concurso público de contratación del
“Servicio de Mantenimiento de Alumbrado Público e Instalaciones de
Baja y Media Tensión de titularidad municipal del Ayuntamiento de
Murcia” por importe de 17 millones de euros. Y lo ha anulado con
la peregrina excusa de que “solo tres empresas o grupos
empresariales, según la base de datos de AENOR, disponen de las dos
certificaciones ISO” que exigían los pliegos de condiciones
aprobados por la Junta de Gobierno Local el pasado 29 de diciembre de
2017 y publicados al día siguiente en el Diario Oficial de la Unión
Europea. Según el decreto al que ha tenido acceso Onda Cero, Roque
Ortiz
ordena suprimir del pliego de condiciones la exigencia de ambos
certificados de calidad (la ISO 20000 del Sistema de Gestión de
Servicios de Tecnologías de la Información y la 27001 de Sistemas
de Gestión de Seguridad de la Información) “con el fin de
preservar el principio de libre competencia”. Se trata de una
premisa presuntamente falsa porque fuentes de AENOR aseguran que esa
información no es pública, es decir, que el Ayuntamiento de Murcia
no puede saber que solo tres empresas disponen de esos certificados;
porque más de 30 empresas disponen de esas certificaciones solo en
AENOR y porque en España, AENOR no es la única entidad de
certificación. Una orden de Roque
Ortiz que
en el contexto actual y dadas
sus
impresentables
palabras, adquiere un sentido cuando menos sospechoso tratándose de
un contrato de 17 millones de euros. Alguien
podría pensar que están cortando un traje a medida. Por otra parte
ese
decreto del concejal de Fomento es pasto de recurso por parte de
cualquier empresa de la Unión Europea que disponga de esos
certificados y
se sienta perjudicada.
Nadie
ha sido capaz de decir tanto en tan poco tiempo sobre el modus
operandi de un partido político como Roque
Ortiz
a quien se le ha vuelto a calentar el hocico y ha enmarranado
aún más la política española, justo cuando el presidente,
Fernando
López Miras,
anda expresando su deseo de ser quien más luche contra la corrupción
en la región de Murcia con la elaboración de un código ético y de
buen gobierno para cargos públicos y orgánicos que se antoja
innecesario porque ya existe un código ético en el PP nacional que
es incumplido sistemáticamente, como se incumple el artículo 54 de
la Ley regional de Transparencia.
No
ha sido un “error verbal” como ha dicho el alcalde Ballesta;
que ayer se apresuraba a subrayar que “son errores verbales que en
ningún caso se han materializado en actuaciones concretas porque
nadie las ha planteado y si alguien las plantease ya me encargaría
yo de que no se llevasen a efecto”. Un argumento endeble porque
Ballesta
debería
haber saltado como un resorte en el mismo instante en el que escuchó
las indicaciones de su concejal a los pedáneos. Ballesta
estaba a su lado y cuentan testigos presenciales que no hizo el más
mínimo gesto de desaprobación. Si el alcalde
no
cesa a Roque
Ortiz
será cómplice de una estrategia electoral impropia de una
democracia avanzada. Fueron tan sumamente elocuentes sus palabras que
es imposible tergiversar nada y, por supuesto, no admiten excusas del
tipo “estaba hablando en un ambiente familiar y privado con
compañeros del PP”. Sus palabras salieron de su boca con tal
soltura y naturalidad que denotan una forma de entender la política
que solo admite el ostracismo.
No
cuela lo del “error verbal” por muy vehemente que sea el
concejal, como no se entiende el silencio cómplice del coordinador
general del PP, Miguel
Ángel Miralles que
estaba presente; o que
el
presidente Fernando
López
Miras haga
equilibrios en el alambre limitándose a decir que
“son
unas declaraciones equivocadas” porque lo equivocado, con la que le
está cayendo al PP en España a cuenta de la corrupción, es no
mostrarse expeditivo contra una lacra que carcome nuestro sistema
democrático. El único dirigente popular que ha demostrado estar a
la altura es el portavoz, Víctor
Martínez,
que harto de determinados comportamientos y consciente del malestar
que hay dentro de su partido, no ha dudado en condenar de manera
contundente las palabras de Roque
Ortiz
a quien ha mostrado la puerta de salida porque, dice, “aquí no
tenemos a nadie que trabaje de esa manera”.
En
días como estos, recuerdo a un compañero periodista y poeta de Onda
Regional, que hace muchos años dijo “Murcia es como Sicilia, pero
abonico”. Acertó de lleno. Al menos ya sabemos quién es el padre
intelectual de la campaña de limpieza “No seas marrano” a la que
Roque
Ortiz
ha dado ahora un nuevo sentido. Lo que permanece inalterable es que
“por la boca muere el pez”.