“Oleada
de cates en las oposiciones de lengua en Murcia por las faltas de
ortografía”. Así tituló el diario digital 20 Minutos una noticia
de julio de 2006. De 656 presentados solo 120 aprobaron el primer
examen, para 126 plazas. La Consejería de Educación alegó que no
se habían preparado las pruebas.
Nada
nuevo bajo el sol. Puede que esta sea, también, una de las causas
del alto porcentaje de suspensos en las oposiciones a Secundaria y FP
de 2018 en la región de Murcia, y en el resto de regiones
convocantes, donde los aspirantes suspensos también hablan de
“escabechina” con las notas porque han sido bajas en todas
partes.
En
la región de Murcia han quedado vacantes 45 plazas. Se han cubierto
el 90% de las 506 plazas ofertadas y uno de cada 10,7 aspirantes ha
conseguido plaza, de los que el 75% son interinos y un 25% son de
nuevo ingreso. En la comunidad de Madrid, de 2.200 plazas ofertadas,
450 han quedado vacantes con una gran cantidad de notas muy bajas; muchos
ceros, unos y doses. En Extremadura, las plazas vacantes han sido
135. En Castilla La Mancha no se han cubierto 117 de 923 ofertadas.
En Asturias, 57 vacantes de 459. En Baleares, las plazas desiertas han sido 88 de 1.008 ofertadas. En
Aragón, un tercio de las especialidades de Secundaria y FP tienen
plazas desiertas, aunque destaca Matemáticas con 16 plazas sin
cubrir. Los porcentajes de plazas no cubiertas por el elevado número
de suspensos es similar en Castilla y León donde la
prensa local habla igualmente de “desastre”. Me niego a creer que
los tribunales de oposición de todas esas regiones puedan haber
cometido irregularidades dirigidas por el comisario político de
turno. Me resisto a pensar que los gobiernos regionales convoquen oposiciones con el anhelo de que muchas de las plazas queden desiertas para ahorrar presupuesto. Y no imagino a la consejera Adela Martínez Cachá dando
secretas instrucciones a miembros de los tribunales de oposición
porque, tal y como está el patio político, en cuestión de
nanosegundos lo sabría la prensa.
No
se trata solamente de faltas de ortografía, que por supuesto deben
restar puntos en cualquier examen porque ningún padre quiere para
sus hijos un docente que no sepa escribir correctamente, se trata
también de clamorosos fallos de contenido según relatan los examinadores. En matemáticas no
restaban tantos puntos las faltas de ortografía y el porcentaje de suspensos
también ha sido elevado en varias regiones de España. Entiendo
perfectamente que los 375 integrantes de los 75 tribunales de
oposición en la región de Murcia estén indignados con lo que están
leyendo en redes sociales y defiendan su corrección, como es
comprensible el disgusto y las tristeza de muchos de los que se han quedado a las
puertas de lograr un empleo seguro y bien remunerado.
Cualquier
oposición es un proceso largo y muy duro. El desgaste físico, mental y
emocional es tremendo, agotador. Se trata de procesos selectivos muy exigentes,
pero así debe ser y más tratándose de educación ¿No queremos ser
como los finlandeses? Pues eso conlleva seleccionar a los mejores y
para eso los tribunales deben ser exigentes. La solución no es
rebajar el nivel. Y no se me ocurre otra forma de selección más objetiva que una oposición, aunque la nota muchas veces no seleccione a los más motivados o con mayor vocación docente. Es verdad que en la región de Murcia han
suspendido muchos, pero no es menos cierto que 455 opositores han
logrado plaza demostrando con ello que no es imposible.
A
los maestros y docentes no solo hay que exigirles que no cometan
faltas de ortografía. También deben tener fondo cultural y
eso, cuentan muchos de los
maestros y docentes que se están jubilando, ha empeorado. Puede
que la LOGSE haya
hecho más daño de lo que
parece. Baste recordar que en
noviembre de 2011, 14.110 aspirantes se presentaron a las oposiciones
de maestro en la comunidad de Madrid, que ofertaba 489 plazas. Por
primera vez hubo una prueba tipo test con preguntas de conocimiento
general de un nivel equivalente a sexto de primaria y el 86% de los
aspirantes, suspendió. Solo aprobaron 1.913 personas. Los
sindicatos dijeron que la Consejería de Educación de Madrid quería
“someter a escarnio público a los docentes” en pleno debate
sobre si debía primar la nota por encima del tiempo de servicio y
experiencia en la lista de interinos porque, como ocurría en la
región de Murcia, interinos con
reiterados suspensos en convocatorias de oposiciones eran llamados
para dar clase, mientras que aspirantes con un 10 en la oposición
quedaban fuera.
Muy
probablemente, la inmensa mayoría de los dirigentes políticos de
este país también habría suspendido ese test con preguntas que
debía responder un alumno de 12 años. Con ese argumento se
defendieron muchos de los que se dieron por aludidos y se sintieron
atacados, pero se ha rebajado tanto el nivel de la clase política en
este país, que no es significativo y, además, la mera comparación
degrada la profesión de maestro que es, y debe ser, una de las más
nobles y prestigiosas de cualquier país.