domingo, 5 de abril de 2020

LA PUNTILLA AL MAR MENOR

Hola Mundo.   


Ni  gobierno ni oposición están demostrando estar a la altura de la sociedad española que, con suerte, igual descubre desde el confinamiento lo que significa votar y con ello elegir a los dirigentes políticos en cuyas manos ponemos nuestras sanidad, educación, economía o medio ambiente. Y eso es lo más terrible: que a los españoles nos toca elegir entre susto o muerte analizando el papel de Casado, Abascal o Arrimadas por no hablar determinados consejeros del gobierno regional. Desgracia sobre desgracia. La peor crisis con los peores políticos.

Mar Menor, abril 2020
 
La pandemia lo ha frenado todo menos el sectarismo y la estupidez humana y ha demostrado que el peor confinamiento es el ideológico. La polarización en España está alcanzado cotas insospechadas. Solo desde un rígido confinamiento mental se puede justificar la más que cuestionable gestión de la crisis sanitaria que está realizando el gobierno de España. Desde el PSOE y Podemos retuercen argumentarios antes que pedir disculpas y admitir que quizá infravaloraron la amenaza del virus chino que ahora nos tiene de rodillas. Bastaría con mostrar los albaranes de compra de material sanitario adquiridos en febrero para demostrar que sí que intentaron preparar al sistema sanitario pero que se quedaron cortos. No señores, no consuela que otros países de Europa hayan sido igualmente negligentes ni que las CCAA también se durmieran en los laureles porque la La Ley General de Salud Pública es clara y establece que compete al Ministerio de Sanidad la gestión de las alertas sanitarias que procedan de la Unión Europea o de la Organización Mundial de la Salud. Muestren las actas de las reuniones de los Consejos Interterritoriales de Salud de enero y febrero. Demuestren que estaban ocupados y preocupados por el coronavirus. No sigan por el camino de la soberbia que nos ha traído hasta aquí. 


El presidente Pedro Sánchez no es responsable de la pandemia de coronavirus, pero miles de españoles opinan que  sí es responsable de no haber preparado a la nación para el combate más importante al que se han enfrentado en sus 40 años de democracia. No obstante,  el consejero de Salud de Murcia, Manuel Villegas le ha echado un capote diciendo sobre las advertencias de la OMS que "no hay nación en el mundo que haya podido prever lo que ha terminado ocurriendo" y que "lo que pudiera decir la OMS hace un mes y medio estaba basado en conjeturas científicas". Villegas, como el ministro de Sanidad, Salvador Illa,  recetaba en febrero píldoras de tranquilidad a la población y aseguraba que el sistema sanitario estaba preparado para cualquier contingencia. Todas las autonomías, incluidas las del PP, valoraron la "óptima" gestión del Ministerio de Sanidad sobre el coronavirus, porque estaba facilitando de manera "fluida" toda la información disponible acerca del brote originado en la ciudad china de Wuhan. Eso dijeron tras asistir al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud el pasado 5 de febrero. Conclusión: todos fallaron.


De negligencias, desidia e inacción sabemos un rato los murcianos. Nos hemos doctorado observando el deterioro ambiental del Mar Menor al que la pandemia del coronavirus acaba de dar la puntilla. ¿De dónde va a sacar el gobierno (PP y Cs) los 56 millones del presupuesto de 2020 destinados a la recuperación del Mar Menor? Los fondos europeos de los que bebía el gobierno regional para atender mal que bien el Mar Menor irán destinados a coser los rotos que está causando el Covid19. La pandemia ha dinamitado unas cuentas regionales que López Miras debería estar recomponiendo de urgencia con el resto de grupos parlamentarios empezando por el PSOE con cuyo portavoz no habla ni por Whatsapp. López Miras ha admitido que la región de Murcia no dispone de recursos para hacer frente a un plan de recuperación económica y social tras la pandemia y pide una especie de plan Marshall con fondos estatales y europeos; y la estrategia de confrontación por la que ha apostado hasta el momento solo siembra discordia y recelos entre administraciones.

Solo desde un rígido confinamiento mental se puede despreciar la recomendación del Ministerio de Transición Ecológica de ampliar a 1.500 metros la franja de protección alrededor del Mar Menor y limitar las cosechas a una al año por parcela. Justificación técnica pide el consejero de Agricultura, Antonio Luengo, al ministerio como si no tuviese bastante con todos los argumentos técnicos que recoge el Plan Vertido Cero publicado en el BOE del que la Comunidad Autónoma de Murcia fue coautora.

Al Mar Menor se le agota el tiempo. El Mar Menor es una bomba de relojería a punto de explotar que el gobierno regional, me temo, quiere desarmar abriendo las golas en contra de la recomendaciones de numerosos científicos y de la propia Dirección General de Medio Ambiente. No debe entrar agua del mar Mediterráneo al Mar Menor “de forma masiva” a través de las golas, como tampoco debe considerarse una “solución sistemática la retirada de fangos de la laguna salada. Estas son algunas de las condiciones que incluye la Declaración Ambiental Estratégica (DAE) de la Estrategia de Gestión Integrada de las Zonas Costeras del Sistema Socio-Ecológico del Mar Menor y su entorno, realizada por la Dirección General de Medio Ambiente que dirige Francisco Marín.

El pasado 2 de abril, el Consejo de Gobierno, a propuesta de la Consejería de Agricultura, Agua y Medio Ambiente, encargó otro estudio a la UPCT para conocer el volumen de intercambio de agua entre el Mar Menor y el Mediterráneo. 200.000 euros vamos a pagar por un nuevo estudio cuyos resultados, según el gobierno regional, "proporcionarán una base para la futura toma de decisiones". Y todo apunta a la intención de abrir las golas como exige VOX y buena parte del sector agrícola.  Son decenas los estudios  encargados por el gobierno regional  a la UPCT desde que estalló la sopa verde en 2016 y casi todos están encabezados por Javier Gilabert, que ya ha planteado en otras ocasiones disminuir la concentración de nutrientes con la aportación de agua del Mediterráneo. El mismo científico que tras la mortandad de peces en octubre propuso que motos acuáticas dieran vueltas intentando oxigenar el agua de manera ridícula y ahora ha advertido de que en un par de semanas se puede producir un nuevo episodio de anoxia y mortandad de peces en el Mar Menor.

Las analíticas que acompañan a la Memoria Técnica del bombeo del Albujón que la Dirección General de Medio Ambiente ha sometido a información pública constatan que las aguas que llegan al Mar Menor llevan una concentración de nitratos que fluctúa de 146 a 247 mg/l NO3, valores que triplican e incluso quintuplican el limite de 50 mg/l NO3 fijado por la Directiva Europea relativa a la protección de las aguas contra la contaminación producida por nitratos utilizados en la agricultura. Un disparate. Y todavía hay quien pide informes técnicos y cuestiona que las malas prácticas agrarias sean el origen de la eutrofización que padece el Mar Menor y rechaza las medidas que dicta el sentido común y la ciencia.

No es el agua, son los nitratos los que contaminan el acuífero y el Mar Menor porque se echan mal y en exceso” asegura el ingeniero agrónomo Ramón Navia que admite que es imposible controlar la cantidad de nitratos que los agricultores aportan a sus cultivos para aumentar la producción. “Existen unos cuadernos de campo en cada finca donde cada uno apunta lo que quiere. Da igual que quites miles de hectáreas de regadío del Campo de Cartagena, el problema se mantendrá mientras se siga abonando con fertilizantes nitrogenados de alta solubilidad”. Un tipo de abonos que fueron prohibidos por la Ley de Medidas Urgentes para la Sostenibilidad Ambiental del Mar Menor de febrero de 2018 y  que, como exigían las organizaciones agrarias, han vuelto a ser autorizados por el Decreto Ley de Protección Integral del Mar Menor de diciembre de 2019. Es decir, el gobierno regional, a sabiendas, permite que sigan entrando nutrientes en el acuífero y el Mar Menor porque permite la fertilización con abonos  nitrogenados de alta solubilidad. Razón de más para conocer cuántos controles de nitratos se realizaron en el Campo de Cartagena en 2019, pero la Consejería de Agricultura, Agua y Medio Ambiente no aporta la información requerida al respecto. Dice que por falta de medios para atender todos los frentes informativos.

Un ingeniero agrónomo con amplia experiencia en el Campo de Cartagena ha realizado simulaciones con la calculadora de nitrógeno que la Consejería de Agricultura pone a disposición de los agricultores y ha llegado a la conclusión de que permite echar más nitrógeno en los cultivos del permitido por la tablas del Ministerio de Agricultura porque el valor que más pesa es la producción. "Es muy fácil estimar producciones superiores a las reales y muy difícil que el inspector pueda detectarlo" dice este ingeniero que realizó una comprobación de la calculadora con una producción estimada de 50.000 kilos de limones en una hectárea de superficie y 6.000 m3 de agua de riego en un año con una conductividad eléctrica  del agua CE=2.  La calculadora permite aplicar 288,09 kilos de nitrógeno al año cuando la Guía de Fertilización Racional del Ministerio de Agricultura estima que para limones regados por goteo no debe superar los 240 Kg/ Ha de nitrógeno al año. Y a más nitrógeno mayor necesidad de echar agua para lavar el bulbo de la planta y bajar su salinidad con lo que aumenta la lixiviación con nitratos que contamina el acuífero y el Mar Menor. 

No es el agua, son los nitratos los que producen la  contaminación del acuífero y la eutrofización del Mar Menor. Un mar apaleado durante años por una administración  regional negligente que ha incumplido sistemáticamente la Directiva Europea de Nitratos. El juez Ángel Garrote que instruye el caso topillo ha manifestado en un auto que el órgano para controlar los nitratos "ya se creó vacío de contenido". El órgano regional que debía fiscalizar las buenas prácticas agrarias junto al Mar Menor no tenía medios económicos, materiales, ni personales para realizar las inspecciones.  No crean que la situación ha mejorado. La consejería de Agricultura solo dispone de 19 inspectores para controlar miles de hectáreas en el Campo de Cartagena.

"El Mar Menor no necesita recomendaciones, sino las inversiones del plan vertido cero" ha dicho el diputado Jesús Cano del PP. Cualquier cosa con tal de no restar ni un solo metro de superficie agrícola donde se sigue fertilizando de manera inadecuada y, por tanto, contaminando el acuífero y el Mar Menor. El Mar Menor recibe al año 1575 toneladas de nitratos del acuífero. El estudio encargado por la CHS a Tragsa para evaluar la entrada de agua dulce al Mar Menor cifra estas aportaciones entre los 11,6 y los 8,5 hm3 anuales y el PP aún pide al Ministerio de Transición Ecológica que justifique sus recomendaciones.  Es más, Cano se permite aseverar que desde la aprobación del decreto ley de protección integral del Mar Menor la entrada de nutrientes se ha reducido un 35% sin mostrar estudio científico o técnico que respalde semejante afirmación lo que significa que, una vez más, se lo ha inventado. Definitivamente se han convertido una fábrica de polémicas artificiales. Ahí tienen la declaración de luto oficial por parte del gobierno regional mientras se siguen produciendo muertes por el coronavirus y el lío de las banderas a media asta en la Asamblea Regional encabezada por Alberto Castillo de Ciudadanos que sigue sin informar a esta periodista del número de días efectivos de trabajo de los diputados desde el 1 de enero de 2020.  Ninguno, por cierto, ha tenido la decencia de renunciar a parte de su abultado sueldo.


El polémico tuit borrado por la Asamblea Regional


Al mazazo económico que traerá la pandemia, no podemos sumar el colapso ambiental y económico del Mar Menor. La región de Murcia no se lo puede permitir. Necesita de todos sus recursos para mantenerse en pie.  El Mar Menor, como la emergencia sanitaria del coronavirus, requiere de coordinación y lealtad entre administraciones.  El Ministerio de Transición Ecológica bien podría instar a la Comunidad Autónoma a drenar ella misma el agua del acuífero y a interceptar toda el agua contaminada que llega al Mar Menor en superficie. Legalmente, es competencia regional siempre y cuando el agua extraída no vaya a parar de nuevo a manos de los regantes. Solo cuando los regantes forman parte de la ecuación como beneficiados últimos del agua debe intervenir la Confederación Hidrográfica del Segura y, por tanto, el Ministerio de Transición Ecológica. Pero la Comunidad Autónoma no tiene dinero para acometer ninguna obra, las arcas regionales están temblando, razón de más  para cooperar en vez de arremeter una y otra vez contra la administración que puede echar una mano. Razón de más para no dilapidar el dinero público en rampas para embarcaciones  o en balnearios como los cinco proyectados en  la zona sur del Mar Menor que anunció la CARM  en 2018 y que, curiosamente, se han reconvertido en cinco pantalanes que finalmente acometerá el Ayuntamiento de Cartagena por importe de 500.000 euros para que los vecinos se puedan bañar sin pisar los fangos. Como si no hubiese asuntos más prioritarios en Cartagena en los que gastar 500.000 euros. Cinco pantalanes cuyo proyecto técnico, curiosamente, el Ayuntamiento de Cartagena ha adjudicado de manera directa, como contrato menor,  a la empresa de ingeniería Azentia vinculada al consejero de Fomento, José Ramón Díez de Revenga por importe de 17.000 euros. Díez de Revenga se deshizo de las acciones de la empresa Azentia fundada por él, pero nunca reveló a quién traspasó o vendió las acciones a las dos semanas de tomar posesión como consejero.

La pandemia del coronavirus acaba de dar la puntilla al Mar Menor porque los pocos fondos que hay se reorientaran a otros menesteres y por el lavado de imagen que el coronavirus ha proporcionado al sector agrícola que ahora saca pecho y sigue sin entender que el fin nunca justifica los medios. Comer sí, pero no a costa de destrozar el medio ambiente y privar a la región de un recurso turístico y económico de primer nivel como es el Mar Menor.
Mar Menor, abril 2020


El coronavirus pasará ya sea por la inmunidad grupal de la población, el descubrimiento de una vacuna o de fármacos que eviten el colapso de las UCIs hospitalarias, pero el Mar Menor seguirá ahí y su recuperación es ahora más necesaria que nunca para hoteles, restaurantes y comercios. El Mar Menor es uno de los motores económicos de la región. La pandemia lo ha frenado todo menos su degradación. No es tolerable que acabe convirtiéndose en una marisma fangosa que en cuanto apriete el calor volverá a escupir peces muertos como consecuencia, una vez más, de la negligencia política. Esta vez no habrá DANA a la que culpar.